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Ciudad de México.- Después de firmar una temporada con marca 8-8, para literal, terminar tablas, los Arizona Cardinals regresan a escena para intentar contender en la División Oeste de la Conferencia Nacional (NFC).
Y una de las apuestas para estos Pájaros Rojos, además de Sam Bradford, quien llegó desde los Minnesota Vikings, es el novato Josh Rosen, quien después de perfilarse como ‘1’ en el Draft, al final arriba a esta organización de auténtico rebote, y como si fuera un saldo, pues muchas cosas se fraguaron para que fuera perdiendo el valor real que en las previas se aseguraba tenía.
El equipo más longevo de la NFL, que apenas puede presumir 11 apariciones en los Playoffs, aunque también ser parte de un Super Bowl inolvidable ante los Pittsburgh Steelers, parece que encontró en Rosen a un quarterback duradero, y que pueda hacer carrera vestido de escarlata.
Y un cambio que luce muy radical es el que se refiere a la estrategia, pues no estará más Bruce Arians, y en su lugar llega un personaje con un perfil más bajo: Steve Wilks, quien tendría que mejorar lo hecho por su antecesor.
Junto a Wilkins estarán Mike McCoy, como coordinador ofensivo, y Al Holcomb, para hacerse cargo de la defensa.
Ante una decisión complicada de jugársela con el propio Rosen desde ya en los controles, o confiar en un tipo probado como Bradford, los Cardenales contarán con el regreso de David Johnson, quien se rompió la muñeca apenas en la Semana 1 de la campaña 2017-2018, y quien sólo un año antes, entregó mil 239 yardas de carrera, 879 recibiendo y 20 touchdowns.
Christian Kirk, quien fue reclutado en la Segunda Ronda y juega en la posición de receptor, empezará como regresador de patadas por su impresionante velocidad.
No luce un ciclo fácil para Arizona. Lo más lógico sería mantener previsiones ecuánimes, pues será complicado que esta vez pueda lucir.