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DE FRENTE Y DE PERFIL
RAMÓN ZURITA
Uno de los personajes políticos más polémicos de los últimos 30 años es Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, quien ha pasado del cielo al infierno, disfrutando de ambos sitios.
Tal vez, ni el mismo Porfirio se imaginaba lo que viviría, cuando el 1 de septiembre de 1988 fue sentado violentamente en San Lázaro en ocasión del último informe de Gobierno de Miguel de la Madrid y hasta uno que otro golpe recibió de los iracundos priístas que se molestaron cuando el ganador del Senado por el DF intentó interrumpir la lectura que el Presidente hacía de su recuento anual.
Un nuevo regreso a San Lázaro (fue diputado en 1997) lo convierte en quien como presidente de la Cámara de Diputados será el encargado de entregar la banda presidencial a Andrés Manuel López Obrador el 1 de diciembre.
En estos poco más de 30 años de jugar en la oposición, después de ser un distinguido priísta y hasta presidir este partido, Porfirio es un innovador: fue parte de los primeros cuatro senadores de oposición que ganaron en las urnas. Fue el primer diputado de oposición en responder un informe presidencial.
Candidato al gobierno de Guanajuato, sin ser nativo o residente de esa entidad, bajo la tesis de derecho de sangre.
Fue, conjuntamente con Cuauhtémoc Cárdenas, la cabeza de los disidentes priístas que fueron expulsados del partido y convirtieron a la oposición en un ente real.
Candidato presidencial por el PARM, después de que la tercera postulación de Cuauhtémoc Cárdenas le impidió serlo por el PRD, aunque decidió apoyar al candidato del PAN, Vicente Fox.
Porfirio ha recibido grandes reveses, no logró ser candidato presidencial en 1976, cuando el PRI era imbatible, fue acusado de negociar el gobierno de Nayarit y despedido como embajador ante la ONU, también ha sido exhibido por sus excesos de todo tipo, pero a sus 85 años es parte de la historia, después de militar en cinco partidos políticos.
