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Ciudad de México.- Las lesiones afectaron de más a Los Ángeles Chargers en su primera campaña en la capital del estado de California; el ala cerrada Hunter Henry y el liniero Forrest Lamp se perdieron toda la campaña pasada; mientras que el también linebacker, Denzel Perryman, se perdió gran parte del año.
Pese a todo, terminaron con marca de nueve ganados y siete perdidos, que no les fue suficiente para clasificarse a los Playoffs.
Para este 2018, el segundo en su nueva casa, los Cargadores lucen poderosos en el ataque, pues Philip Rivers, su quarterback, limitó sus intercepciones a 10 en la temporada anterior, un número mucho menor a las 36 de 2016, lo que nos habla de una madurez del lanzador.
Además, Rivers cuenta con arsenal de sobra para hacerle daño a cualquier defensiva; como el recepto Keenan Allen, de los mejores de la NFL, quien, si se mantiene sano como en 2017, puede superar las mil yardas que consiguió; Mike Williams se perdió gran parte de su campaña como novato, pero será un gran complemento de Allen. Asimismo, el corredor Melvin Gordon tuvo ya su primera temporada con más de mil yardas.
El cuadro angelino fue de los mejores defendiendo el pase, por lo que reforzaron el perímetro con el novato Derwin James, de Florida State.
En la línea de golpeo tienen, posiblemente, a la pareja más dominante, si de presionar al mariscal de campo se refiere, con Joey Bosa y Melvin Ingram, quienes combinados consiguieron 23 capturas de quarterback.
El punto débil de la defensa, fue contra la carrera, y para ello contrataron al linebacker Uchenna Nwosu y al tacle Justin Jones.
Con todo esto los Chargers no sólo parten como favoritos para quedarse con el Oeste de la Conferencia Americana, sino para colocarse como uno de los más serios candidatos para llegar al Super Bowl.