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Pese a que Salvador Neme Castillo ya no era gobernador de Tabasco, López Obrador tuvo para su segunda candidatura estatal, obstáculos mayores que remontar, con su nuevo oponente que le dilataría en la arena política doce años más: Roberto Madrazo Pintado.
A nivel nacional, empezando el año de 1994, había aparecido en el sureste mexicano el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, cuyo subcomandante insurgente Marcos criticaría en mayo los vicios del PRD: “intriga palaciega, el acuerdo de cúpula y el eterno traicionarse”; los asesinatos del candidato priísta para las presidenciales, Luis Donaldo Colosio, a fines de marzo; y del legislador electo Francisco Ruiz Massieu, en septiembre.
Además, el candidato del PRD a la Presidencia, Cuauhtémoc Cárdenas, no sólo había perdido las elecciones en agosto, frente al candidato oficial priísta Ernesto Zedillo, sino colocado al sol azteca hasta el tercer lugar, por debajo aún del Partido Acción Nacional y su candidato, Diego Fernández de Cevallos.
Pero en lo local, un año antes de los comicios, Roberto Madrazo, como heredero del legado político de su padre, Carlos A. Madrazo, buscó posicionarse en el PRI, empresarios y la clase gobernante.
Para preparar el terreno electoral, antes de que empezara el año de 1994, el dirigente perredista presentó sus propuestas como precandidato el último día de octubre de 1993. La gresca que tendría lugar esa noche pintará de cuerpo completo a los cuadros priístas:
“Esa noche, luego de concluir el acto en el hotel Calinda Viva, irrumpió violentamente, en notorio estado de ebriedad, Noé Pascasio, vocal ejecutivo de la comisión encargada de atender las afectaciones de Pemex, acompañado de un grupo de empleados y líderes del PRI. El propósito era detenerme para obligar a campesinos de la zona costera a liberar a funcionarios de ese organismo que estaban en su poder por incumplimiento del pago de indemnizaciones. A pesar de que Pascasio no logró su objetivo, se produjo un enfrentamiento entre ellos y nuestros simpatizantes. Hubo golpeados de ambos bandos y daños considerables en las instalaciones del hotel”, recuerda López Obrador.
Para las elecciones estatales, el operador político del PRI, Ulises Ruiz quien luego sería gobernador de Oaxaca había comenzado a mover los hilos para preparar el fraude electoral. Así, impuso en los comités electorales municipales a personas leales al régimen tricolor. Las personas identificadas como opositoras fueron castigadas con la complicidad de los de arriba, privándolas de beneficios públicos.
“Los programas de gobierno beneficiaban únicamente a militantes del PRI, y hubo casos en que se suspendieron las becas de Pronasol a niños de primaria, porque descubrían que sus padres participaban en la oposición”, relata AMLO.
Con todo y que los transportistas se negaron a llevar a los perredistas desde sus municipios hasta Plaza de Armas, el cierre de campaña de Andrés Manuel López Obrador, el 13 de noviembre, reunió a miles de tabasqueños, deseosos de un cambio de rumbo en la entidad y confiando en que, esta vez, su líder ganaría. En el templete estuvo la plana mayor del perredismo nacional, Porfirio Muñoz Ledo, Pablo Gómez, Rosario Ibarra de Piedra e Irma Serrano.
Aunque el abstencionismo se impuso, los promotores del voto priísta compraron el sufragio, como quedó demostrado por llamadas exhibidas por Romero Oropeza, que había asumido dos meses atrás, su curul como legislador perredista en San Lázaro.
Siete días después del proceso estatal electoral, el 27 de noviembre: de 1994, Roberto Madrazo recibe la constancia de mayoría. Se avizora un segundo éxodo.