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LA SALIDA de los primeros dientes del bebé suele ser un quebradero de cabeza para los padres. En primer lugar, porque el niño se muestra irritable e incómodo y suele llorar sin que haya nada que le calme. El problema es que ésta es la única manera en que el niño puede comunicar que le pasa algo y puede obedecer a muchas otras razones.
Poca gente sabe que habitualmente los primeros dientes del bebé empiezan a erupcionar a los cuatro meses de edad, pero la primera dentición comienza formarse tras las seis primeras semanas de embarazo. Ésta es la razón de que algunos niños puedan tener ya algún diente en el momento de nacer, lo que no es frecuente.
Si tu bebé está sano y aún no le ha salido su primer diente hacia el final de su primer año, no te preocupes: a algunos niños no les empiezan a salir hasta los 15 o los 18 meses.
Usa una pequeña cantidad de pasta con flúor (del tamaño de un grano de arroz). Para evitar dar a tu niño demasiado flúor sigue la siguiente recomedación: Cepíllale los dientitos con suavidad, tanto la parte de enfrente como la de atrás, dos veces al día. También cepíllale la lengua (si te deja) para eliminar las bacterias que pueden causar mal aliento. No necesitas enjuagarle la boca, debido a que solo estás usando una pequeñísima cantidad de pasta dental.
Usa un cepillo de dientes nuevo en cuanto las cerdas empiecen a verse gastadas o en malas condiciones.
Lo más probable es que por ahora, los dientes de tu bebé estén separados, así que no necesitas preocuparte por usar hilo dental. De hecho, no hay evidencia que demuestre que pasar el hilo dental por los dientes de tu bebé, hace una diferencia. La mayoría de los dentistas recomiendan empezar a usar el hilo dental cuando las superficies de los dientes de tu niño empiecen a tocarse, ya que eso dificulta limpiarlas solo con el cepillo dental.
La salida de los dientes produce dolor de encías en el bebé, por lo que es lógico que llore y se comporte con irritabilidad. Pero lo que realmente pone sobre la pista de la salida de los dientes es la salivación excesiva, el babeo constante que se produce por esta razón.
Otro signo inequívoco es que muerde todo, hasta el punto de que se lleva continuamente las manos a la boca, incrementando así la generación de saliva.
Estos dos signos son suficientes para que los padres exploren las encías del bebé y comprueben si éstas están enrojecidas o inflamadas o si se puede apreciar un pequeño punto blanco y duro en la parte superior de la misma. Todo ello permitirá confirmar que se trata de un diente que está erupcionando y va a salir.