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DE FRENTE Y DE PERFIL
RAMÓN ZURITA
Cuando parecía que Puebla era el único conflicto poselectoral que podría ensuciar la jornada democrática del 1 de julio pasado, aparecen negros nubarrones en el horizonte de resultados de esos comicios.
Son cifras que cambian los resultados dados a conocer por el INE y que supuestamente transparentaban el proceso electoral que fue considerado casi inmaculado.
Es cierto que la elección de gobernador de Puebla fue impugnada por Morena, por considerar inexplicable el porqué si ellos ganaron las principales alcaldías, la elección presidencial, el Senado y la mayoría de diputados locales y federales, no le alcanzaron los números para obtener la victoria en el gobierno estatal.
Hasta el momento las autoridades electorales no dan su veredicto final, que puede tardar, ya que el cambio de gobernador será hasta diciembre, pero surgen otros conflictos poselectorales, por el giro que han dado los organismos electorales a los mismos.
Nuevo León atrae las miradas, ya que el ayuntamiento capitalino y el de la ciudad más poblada fueron reconocidos como victorias para los candidatos del PAN, sobre los priístas.
Sin embargo, la impugnación realizada por los tricolores permitió revertir el resultado, otorgando la victoria a los priístas por un reducido margen, lo que provocó la reacción airada de los panistas.
Claro que el triunfo dado a los priístas fue en una primera instancia, ante los tribunales locales, y falta ver la decisión en lo federal, pero fue sacudido el avispero político que traerá consecuencias.
En el Estado de México, las autoridades electorales le arrancaron 10 diputaciones a MORENA y en Guerrero el mismo partido fue afectado con la pérdida de dos.