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Ciudad de México.- El equipo del norte de New York sufrió una de las peores sequías sin clasificar en la historia de la NFL, al pasar 17 años 11 meses y 23 días desde su último encuentro en Playoffs, hasta el momento en el que la temporada pasada consiguieron su pase a la época definitiva, después de vencer a los Dolphins de Miami, y que la victoria dramática de los Bengals de Cincinnati sobre los Ravens de Baltimore les permitió acabar con la malaria.
Una temporada, la pasada, en la que sorprendieron a propios y extraños con un joven head coach como Sean McDermott, los Bills consiguieron uno de los Comodines de la Conferencia Americana con un récord de nueve ganados y siete perdidos, y lo consiguieron con uno de los calendarios más complicados, de hecho ese fue el criterio que les dio el pase sobre los Cuervos, que terminaron con la misma marca.
Para este año, los de Ochard Park tienen la misión de revalidar lo hecho en 2017, aunque lo intentarán sin jugadores como el centro Eric Wood, Aaron Williams, y Richie Incognito, quienes se retiraron del profesionalismo.
A esto se suma la incógnita que significa la posición tal vez más importante en el futbol americano, la del quarterback, pues Tyrod Taylor salió del equipo para recaer con los Browns de Cleveland, y el suplente, Nate Peterman, sufrió cinco intercepciones en su debut en la Liga, por lo que no goza de todas las confianzas.
Por lo anterior, en Buffalo eligieron como su primer pick en el pasado Draft al joven Josh Allen, de la Universidad Wyoming, de quien se dice tiene un buen brazo y físico para jugar en condiciones extremas, aunque con defectos de precisión y entendimiento del juego; su competencia será A J McCarron, proveniente de los Bengals.
La defensa, que fue de lo mejor en la temporada pasada, está apuntalada con las llegadas del esquinero Vontae Davis, y del linebacker novato, Tremaine Edmunds.