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El mexiquense peña nieto es un ladrón, además de haber sido autor intelectual de las masacres humanas de Tanhuato, Tlatlaya, Apatzingán, Vallarta y la represión brutal contra los normalistas de Ayotzinapa, la imagen misma de la corrupción gubernamental por encima de otros mandatarios desvergonzados –casi todos sus predecesores–, y de cuanto hubiéramos podido imaginar. En otros tiempos también se robaba vía comisiones pero ahora las ganancias ilícitas, por el “boom” del narcotráfico y la infiltración de éste en la esfera oficial, se suman por miles de millones de dólares.
Sólo por la estafa maestra, organizada por la rapaz ex perredista Rosario Robles Berlanga, la pizpireta seducida por Carlos Ahumada Kurtz, argentino de origen también dedicado a la minería –la explotación infrahumana más cercana al ejercicio de la esclavitud–, fueron desviados siete mil millones de pesos y la mujer en cuestión, con cinismo desbordante y creyéndose dueña de su destino bajo la impunidad, se presentó ante la Cámara baja vestida con un blanco absoluto –como un angelito sin alas–, para negar imputaciones ante la andanada de pruebas en su contra y la exhibición de sus complicidades con tres secretarios de Hacienda, Luis Videgaray, José Antonio Meade y José Antonio González Anaya, éste último el concuño de oro de carlos salinas. ¡Cuántos sinvergüenzas con doctorados en el exterior!
Temo que estudiar en los templos del capitalismo, así sea a través de becas, es un severo golpe al nacionalismo y un vicio que se ha vuelto costumbre en casi todas las administraciones en las cuales se ha dejado de hablar en español, siquiera para honrar la soberanía, durante los encuentros entre mandatarios de nuestro país y USA. Este es, por desgracia, uno de los signos del coloniaje anglosajón silencioso que mantiene su dominio sobre nuestra economía y el futuro avasallador como pagadores eternos de acreedores con nexos con los peores y más altos capos.
Triste realidad que, desde luego, no comenzó con el sexenio en finiquito pero se desarrolló y elevó a la estratósfera con éste. Nunca antes habías avizorado una corrupción tan grande, un nudo de complicidades tan apretado y una impunidad paralela a las sociedades soterradas del mandatario todavía en curso. Por ello, vuelvo a clamar, no puede dispensarse perdón ni olvido a cuantos integraron el gabinete y el ampliado –ninguno se salva– felices de pertenecer a los grupúsculos intocables que llenaron sus bolsillos como en ninguna otra época de la historia. Esta es la dolorosa verdad.
¿Cómo convencer al presidente electo para no canjear los chantajes soterrados –de peña y sus falderillos– con la tristemente institucionalizada impunidad? Ha visto y sentido ya cómo defienden, como perros de caza, sus intereses económicos y jamás los sociales con la malhadada construcción del aeropuerto en Texcoco que fue siempre contra el sentido común para convertirse, como denunciamos hace cuatro años, en el mayor fraude del régimen peñista y así fue. No somos adivinos, simplemente analistas que no se dejan deducir por los dineros de la inmoralidad; y escribo en plural por decencia.
No debe haber salida para peña que no sea la que lleva a la prisión. Se lo debe Andrés a sus treinta millones de votantes, también a todo México.