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Ahora sí me la bañé público querido, me llevé de viaje a la familia una vez más y esta vez no fue a las aguas termales de San José Purúa allá por Michoacán, a donde nos llevaban a nosotros de chicos mis papás y nos la pasábamos bomba, entre las albercas de aguas sulfurosas de distintos tonos, o las grutas de Tolantongo que creo que son por el Estado de México aunque no me hagan mucho caso, pero creo que por dentro entroncan con las de Cacahuamilpa y tienen un río color turquesa espectacular y uno acampaba junto al mismo. Esta vez me destrampé y como mi vieja había estado friegue y friegue ( cosa extrañísima) de que quería que lleváramos a mi hija Michaela a Disney opté por una decisión más coherente ¡pero mucho más pinche cara! Decidí llevarla a un crucero de Disney, pero saliendo de Londres, pasando por Kork y Dublín en Irlanda, Liverpool ( tierra de los Beatles) y Glasgow en Escocía, es decir, un crucero por todo el Reino Unido, pero eso sí, antes de abordarlo nos desviamos hacia París Francia, para que al fin conociese la Michaela un parque de diversiones de Disney, así que la niña conoció primero el pinche Euro Disney o Disney París. Como exigieron los mamilas de los franchutes que se le pusiera al parque para que ellos comenzaran a ir antes de llevarla a los de E.U. Pero acá entre nos, desperdiciar las dos únicas y miserables dos semanas que me dan al año en ir a pasarlas formado entre obesas mórbidas de color, tragando algodones de azúcar y piernas de pavo ahumadas, decidí complacernos un poco a los dos, ella conocería al pinche ratón Miguelito y para Miguelito habría un viaje a lugares que siempre había querido conocer, así que saqué el viaje a 378 meses sin intereses y empecé a apoquinar. La niña no daba crédito (como tampoco me lo andaban queriendo dar a mi en el Banco Azteca) de lo que estaba viviendo cuando llegó a Disney París, ella conocía la feria de Chapultepec y yo la había subido a los carritos chocones que ponen afuerita del palenque de la feria de Texcoco, pero jamás había visto tal cantidad de juegos mecánicos ni de atracciones, mucho menos de personajes de Disney, creo que la vez que estuvo más cercana a eso fue un día que saludó a la botarga del Doctor Simi ahí por Acoxpa, pero creo que hasta acabó mal la cosa pues al final nos querían cobrar la consulta y acabamos a insultos con el de la botarga que ya sin la máscara se parecía más a Erasmo Catarino que al mismo Doctor Simi, tal vez por eso la niña pegaba tremendos alaridos cada vez que se le acercaba a alguno de los personajes de Disney, “¡páguenle, páguenle” nos decía entre sollozos a su madre y a mi. Pero la ha pasado increíble aquí en el barco de Disney ahora que ya lo abordamos y cada vez que nos bajamos nos pregunta: “¿ A qué hora regresamos a la trajinera mamá?” Cómo es la única embarcación que conoce gracias a su tío Albertano Santacruz pues ni modo. Se me acaba el espacio pero no las anécdotas, así que en la próxima Desde el Averno igual le sigo a esto, igual y no. He dicho.