Visitas
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
La sierra de Ocuilan guardó silencio durante horas, hasta que entregó su secreto más oscuro. En el fondo de una barranca profunda y pedregosa, fue hallado el cuerpo sin vida de Jaime Juárez Green, alpinista veterano que salió a caminar rumbo a Chalma y jamás regresó. La montaña que conocía palmo a palmo terminó por devorarlo sin piedad.
El hallazgo ocurrió tras una intensa jornada de búsqueda. Rescatistas, voluntarios y autoridades recorrieron cerca de 40 kilómetros de senderos, barrancos y veredas cubiertas de humedad, espinas y roca suelta.
La esperanza de encontrarlo con vida se extinguió cuando, desde lo hondo del desfiladero, se observó el cuerpo inmóvil, con visibles golpes y señales de una caída violenta.

Juárez Green no era un improvisado. Durante más de tres décadas desafió cumbres y volcanes, acostumbrado al frío, al cansancio extremo y a la altura. Sin embargo, una mala pisada, un resbalón o el desgaste físico habrían bastado para precipitarlo al vacío. Su cuerpo quedó atrapado entre rocas, con manchas de sangre seca y la ropa desgarrada por el impacto.
A su lado permanecía Sherpa, su perro inseparable. El animal fue encontrado con vida, tembloroso y cubierto de tierra, tras pasar horas, quizá días junto al cadáver, sin abandonarlo. Rescatado y puesto a salvo, se convirtió en el único testigo de los últimos instantes del alpinista.
La barranca quedó marcada como escenario de una tragedia más en la montaña mexiquense: un hombre experimentado vencido por un solo error y una naturaleza que no concede segundas oportunidades.
