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REDACCIÓN
El impacto del paro de transportistas no solo se sintió en las carreteras. Ayer, desde primeras horas, el Tren Interurbano “El Insurgente” absorbió un flujo extraordinario de pasajeros que buscaban escapar del bloqueo sobre la México-Toluca.
La estación Toluca Centro se convirtió en un embudo: filas serpenteando hacia la calle, torniquetes operando al límite y un ambiente de desconcierto entre quienes nunca habían utilizado el sistema.
El principal problema surgió en la compra y recarga de tarjetas. La mayoría de los recién llegados desconocía que el servicio opera con la Tarjeta de Movilidad Integrada, lo que generó cuellos de botella en las máquinas y en la única ventanilla disponible. Cada trámite se prolongaba varios minutos, agravando la acumulación de gente en los pasillos.

“Llegué porque la carretera estaba imposible, pero aquí tampoco avanzas. Esto parece fila de concierto”, reclamó Eduardo Ramírez, después de casi una hora esperando para adquirir una tarjeta.
Para usuarios frecuentes, la jornada fue igual de complicada. “Normalmente subo sin problema, pero hoy los vagones iban reventados. No cabía un alfiler”, señaló Mariana, quien viaja diariamente hacia Zinacantepec.
Una vez dentro, el panorama no mejoró. Entre empujones y falta de espacio, algunos pasajeros quedaron atrapados entre puertas mientras el personal trataba de agilizar la circulación. El trayecto, que usualmente se cubre con fluidez, se volvió lento y sofocante por la cantidad de personas a bordo.
La contingencia dejó una lección clara: la infraestructura del Tren Interurbano aún no está preparada para absorber emergencias masivas.
