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SILVERSTONE.- Checo Pérez vive una segunda juventud en su regreso a la Fórmula 1 con Cadillac. El piloto mexicano confiesa que se ha liberado de las ataduras que tenía en Red Bull, donde queda claro que en un momento determinado no se sintió apoyado y sí ninguneado por apostar únicamente por Verstappen, lo que le perjudicó claramente. Y no sólo fue lo que sucedió en la competición, sino también las declaraciones, muchas veces hirientes, de gente del equipo como Helmut Marko, o próximos a él, como Jos Verstappen, padre de Max.
De hecho, ha sido el propio Sergio, en declaraciones para F1, quien ha reafirmado esta tesis cuando al hablar de su nuevo equipo se ha mostrado rotundo: “No hay políticas en el equipo, algo que estos días es único para un equipo de F1”. De este modo el mexicano apunta a su etapa anterior en Red Bull, en la que sí hubo política.
Checo, además, cree que este parón de un año sin competir le va a venir bien, que va a llegar con fuerzas renovadas y, sobre todo, con esa ilusión que había perdido en un equipo en el que no se sentía lo suficientemente valorado: “He podido estar un año fuera… conseguir ese descanso y tener, otra vez, toda la energía para afrontar mi última etapa en el deporte”.
Y admite que los últimos seis meses en Red Bull fueron muy duros, lo que pudo afectar a su rendimiento. Por eso no quería marcharse del Gran Circo con tan mal sabor de boca: “Este es el deporte que me lo dio todo. El día que deje este deporte, me gustaría retirarme con una gran sonrisa y con mucho respeto, porque este deporte me lo ha dado todo”.
Ahora empieza una nueva etapa con un nuevo equipo y, sobre todo, en igualdad de condiciones con Bottas, con el que trabajará codo con codo por el bien de Cadillac. Sin duda, su última etapa en Red Bull ha dejado heridas abiertas que el piloto mexicano quiere cerrar cuanto antes.
