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Ayotzi, el otro lado de la moneda

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Por Ana María Vázquez

Hoy se cumplen 11 años de la desaparición de los 43, casi todos sabemos a grandes rasgos los hechos que llevaron a los estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos a su “desaparición”, entrecomillo la palabra desaparición porque ésta se ha convertido también en uno más de los eufemismos que rodean los trágicos hechos.

11 años y hay cosas de las que no se ha hablado ni se hablará, y me refiero a la mercantilización de la tragedia; desde la gente que ha vivido literalmente de la explotación de los padres, como sus “representantes, figuras legales o administradores”, hasta políticos que han manejado la tragedia a su favor con promesas a cambio de apoyo y favores de los padres, sin olvidar el “merchandising” convertido en camisetas con slogans “vivos se los llevaron” o “fue el estado”, hasta multitudes de artículos, conferencistas que han hecho literalmente su agosto, hasta grupos de investigación que han entregado pírricos resultados a cambio de una millonada (entiendo que no es un caso fácil, pero el grupo de GIEI tiene que entrar en el conteo); pasemos a la televisión, TODAS las cadenas nacionales y varias internacionales, principalmente de Estados Unidos, Inglaterra y Canadá han hecho programas especiales, documentales y seriales de “investigación”, porque desafortunadamente la nota roja “vende”. La tragedia se ha convertido en una mercancía; no ha pasado inadvertida para las plataformas de streaming que con producciónes como Un Crimen de Estado o Los días de Ayotzinapa se pueden encontrar en los catálogos de Netflix o HBO por un módico costo mensual. Sigamos con el conteo: en Amazon, se muestran sobre 50 libros relacionados con el caso, sus precios van desde los 300 hasta más de 1000, de los cuales, cada autor se lleva entre 8 y 10% de regalías. La UNAM y la IBERO no se han quedado atrás y han hecho sus propias publicaciones y hasta la misma Comisión de la Verdad ha editado informes de los que se nutren una y otra vez canales de Youtube, autores, cineastas y televisoras, y así, la ruta de los millones que deja un caso tan doloroso sigue y sigue, explotando los nombres y detalles conocidos del caso y beneficiando a todos menos a los padres que año con año pugnan por una solución que no llegará porque a nadie le conviene que el jugoso negocio se cierre.

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