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Ni cenicientas ni príncipes

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A raíz de que en la mañanera se condenó la conducta de un popular futbolista, los machos de closet, escondidos ahí desde la toma de posesión de la presidentA (con A y mayúscula) y convenientemente reunidos en sus respectivos “clubs de Toby”, se lanzaron también contra el futbolista; la verdad me dio mucha risa ver las vestiduras rasgadas y las diatribas coreando a la presidenta cuando personalmente he sido objeto de actitudes machistas por parte de alguno de ellos, (y saben quiénes son), pero esta columna no va de linchamientos sino de reflexiones, sobre todo, personales de los agresores que más allá de esconderse, profundizaran en su machismo y la agresión abierta o disfrazada hacia otras mujeres; dejando atrás lo personal, queda la profunda reflexión de los estereotipos que siguen vigentes: la de la mujer decente y pura (lo que sea que eso signifique), en casa, sumisa, una cenicienta que prepare todo en casa su lugar “natural”, para que tenga todo listo y al punto para cuando llegue su “príncipe”, ese macho oloroso proveedor que no acepta un reclamo ni un cuestionamiento y que, es además, responsable de lo que es la pareja. La sociedad patriarcal que subsiste y que ha sido bandera de la ultraderecha, es también la base de la llamada pirámide de la violencia, un ciclo muy estudiado que sostiene las formas sutiles de violencia y manipulación como los micromachismos, el lenguaje y la publicidad sexistas, y que pasa de ahí a humillar, desvalorizar y usar el chantaje emocional para ascender a la agresión física, el insulto, la amenaza y que concluye, en algunos casos con el feminicidio.

Entender esto es difícil cuando por años, se han creado estructuras que solapan y fomentan los estereotipos de género y de las que no estamos exentas las mujeres, el ejemplo claro fue un post que decía más o menos lo siguiente: “Florinda Meza pasó por Segoviano, Quico y no sé cuantos más antes de llegar con Roberto”.

Era un post escrito por una mujer, cuestionando la sexualidad de otra mujer; ¿diría lo mismo de un hombre?

El camino de la equidad, de la igualdad no se quita con una presidenta, ni por decreto, es una labor que llevará años para aprender que no hay cenicientas ni príncipes, que no hay “Toritos ni Chorreadas”, sino personas en igualdad de condiciones que merecen el mismo respeto y las mismas oportunidades.

Ana María Vázquez

Escritora/Dramaturga

@Anamariavazquez

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