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Los corruptos de la 4T a nadie le sirven 

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Por Sabina Berman

El lugar fue el Zócalo de Cuernavaca, en una carpa blanca.

Las bases morenistas locales esperaban en las sillas con sus chalecos guindas, cuando entraron al podio de madera Andrés Manuel, Claudia y Cuauhtémoc. 

El presidente, la próxima presidenta ya electa y el gobernador de Morelos.

En ese orden hablaron desde el podio por el micrófono.

Y cuando llegó el turno del gobernador, el público se avivó.

–Fuera, fuera, corrupto, corrupto –corearon.

No lo querían escuchar.

El exfutbolista traía su discurso en unas hojas y la joroba de siempre en la espalda.

–Fuera, fuera, corrupto, corrupto.

Lo que les fuera a decir era irrelevante en contraste a los seis años de su mal gobierno y la fama de sus saqueos personales y de su familia al presupuesto del estado.

Andrés Manuel lo asistió. Caminó al micrófono.

–Cuauhtémoc –empezó y todo mundo calló –es un amigo de la 4T.

Otro silencio tenso.

–Gracias a él hemos logrado en Morelos muchas cosas. ¿Lo vamos a escuchar?

Un débil Sí colectivo sonó en la carpa.

El jorobado volvió con sus hojitas al micrófono y lo recibió el coro:

–Fuera, fuera, corrupto, corrupto.

Andrés Manuel y Claudia se miraron entre sí –y lo dejaron ser.

Cuauhtémoc leyó apresurada y atropelladamente de sus hojitas y el coro se volvió monótono y no cesó:

–Corrupto, corrupto, fuera, fuera.

Al final del sexenio, Cuauhtémoc fue transferido como diputado plurinominal de Morena al Congreso, para ser protegido por su fuero de legislador de responder por sus delitos.

El Congreso como albergue de amnistía para los corruptos es un clásico de nuestros gobiernos.

¿Por qué ahora lo sigue siendo? ¿Para qué?

La frase hecha de Andrés Manuel fue que no había que “romper la unidad”.

¿Entre quiénes?

Entre los militantes de la 4T.

¿Por qué se siente falsa la necesidad ahora?

Porque la 4T tiene cuadros jóvenes y la gente de abajo, los militantes formales, y los electores usuales de la Izquierda, el pueblo, no perciben la necesidad de proteger precisamente a quienes los han robado y los roban.

Es pedirles demasiado: un absurdo y una humillación.

Los han robado y los quieren robar más, ¿por qué habrían de apreciarlos?

¿Y por qué habrían de suponerlos un mal necesario?

No lo son ya: hay cuadros nuevos.

Más bien los suponen el mayor peligro para que la 4T de los frutos que merece. Son el enemigo dentro.

Así que al juzgar por lo que viene sucediendo en las carpas de los mítines de Morena y en la prensa de la Izquierda, es posible que la presidenta atienda el cambio de humor y la veamos deshacerse de, si no todos los corruptos de la 4T, de unos cuántos.

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