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Por Eduardo López Betancourt
Sin duda, en México es más que complicado obtener justicia; así, entre enredos, diligencias, burocracia, pretextos, “mañas” y una innumerable cantidad de justificaciones, al final, logran que el ansiado derecho no llegue, sino por el contrario, se acentúa la infamia, la impunidad y la arbitrariedad sin raciocinio.
Con frecuencia, es difícil conseguir éxito en los tribunales, que de por sí son “lentos”. Hay asuntos que llevan años y se ve lejano el día en que puedan resolverse; agréguense las conductas “chicaneras” de abogados pícaros, dispuestos a complicarlo todo y ser auténticos enemigos de la rectitud.
En el derecho mexicano, existen figuras complicadas, como es el llamado “fuero”, que son, asuntos legales que corresponden, ya sea al ámbito federal o al local, sobre los que continuamente se discute si son de uno u otro recinto. Nótese, con base en lo anterior, se hace indispensable una sola justicia, un solo juez quien resuelva con imparcialidad. Así, un asunto debe finiquitarse, salvo casos de excepción, en un plazo máximo de noventa días. Otro aspecto que permite la dilación de la justicia, es la famosa “especialidad”, donde se han “inventado” juzgados de toda jaez, los hay de “concurso”, de Ejecución de Sentencia y en general, insistimos, la burocracia hace cada vez más complicada la obtención de resoluciones.
Ahora que se discute el tema de la designación de jueces, es prioritario lograr que la justicia sea “pronta y expedita”. También debe valorarse, en la mayoría de asuntos legales, proceda el sistema uniinstancial, las apelaciones deberán ser excepcionales. Para ello, la calidad de los jueces, es indispensable.
En síntesis, volviendo a lo señalado, no puede existir una justicia federal y treinta y dos de carácter local. Evidentemente se reclama una transformación de grandes alcances, para lograr que la justicia se convierta en un baluarte y en un instrumento eficaz para favorecer a la sociedad.