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Por Eduardo López Betancourt
De pronto México se convulsiona, particularmente el mundo de los negocios. La moneda estadounidense, base de sustentación de la economía mundial, llegó a cotizarse de manera sorprendente, a poco más de dieciséis pesos por dólar, situación totalmente inexplicable para los neófitos. Las personas mayores bien sabemos que desde siempre, el dólar aumenta su valor, particularmente al iniciarse cada sexenio gubernamental. Hubo momentos en que la moneda norteamericana se cotizó en miles de pesos y fue el “terrible” Carlos Salinas de Gortari, quien de un “plumazo” le quitó tres ceros a nuestra divisa, pero el dólar mantuvo permanente su carrera alcista.
Debe señalarse que, en la actual administración, se dio ese fenómeno en que increíblemente el dólar que se cotizaba sobre veinte pesos, llegó a reducirse hasta dieciséis unidades, circunstancia novedosa para los mercados mexicanos.
A partir del proceso electoral del pasado dos de junio, el dólar “volvió a las andadas”, esto es, cada vez sube su cotización, hecho que ha provocado sinnúmero de reacciones, las más de preocupación y temor. Al respecto, la virtual Presidenta de México, Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, ha señalado que se debe tranquilizar el ámbito económico y para ello, ratificó en el cargo como Secretario de Hacienda a Rogelio Ramírez de la O; también se han hecho incursiones a Europa, para asegurar que habrá pleno respeto al mundo inversionista y que no deberá temerse ningún riesgo en perjuicio del capital extranjero.
A pesar de los esfuerzos, el dólar tiende a subir y ante ello, es imprescindible señalar aspectos objetivos orientados a serenar y asegurar un ambiente de respeto y la presencia de reglas claras que puedan estimular sensiblemente las inversiones y la llegada de capitales externos.
