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Lengua Larga | El ventajoso

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Javier López Casarín utilizó la imagen del marido perfecto para conquistar a los habitantes de la Álvaro Obregón, alcaldía que ganó en las elecciones del pasado 2 de junio. Pero, vamos, seamos honestos, no las ganó por su lindo rostro o la imagen de su esposa, Marisa Hernández Juliá, a quien se le vio caminar las calles junto con su marido.

Casarín ganó los comicios por la mala administración de Lía Limón, quien le hace honor a su apellido, porque es tan agria como la fruta y siempre trae cara como de haberse comido el zumo de 20 limones antes de salir a la calle.

A eso, sumemos el escándalo de las 7 toneladas de despensa que la Fiscalía de Delitos Electorales decomisó en una vivienda de la demarcación, que -por ahora- sigue siendo panista. Yo le diría a la Contraloría que ponga la lupa porque como Limón no ganó, le queda el tiempo necesario para robar todo lo habido y por haber de las arcas de la alcaldía.

Así es, querido lector, la mujer involucrada en el caso de la guardería ABC se puede llevar mucho dinero del erario público para poder vivir los 3 años que vienen, pues no le tocó nada.

Regresemos a Casarín. El hombre, me contaron por ahí, obligó a su esposa a llenar sus redes sociales con mensajes de apoyo a su querubín, así como a vestirse igual que él para andar en campaña. Esto quiere decir que los papás de 4 niños estaban más preocupados por ganar que por criar, tal como lo lee.

En su perfil de Instagram, la mujer asegura que disfruta de vivir en Álvaro Obregón, lo que en 4 meses será de forma real, ya que comerá del dinero del pueblo. ¡No todo es lo que parece! La esposa de Casarín olvidó escuchar a los pobres y prefirió convivir con niños fifís de la Anáhuac.

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