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Jorge Gómez Naredo
En 2018 Lilly Téllez fue postulada por Morena en Sonora para el Senado de la República. Obtuvo los votos necesarios porque la gente pensó que la representaría y que apoyaría a Andrés Manuel López Obrador. Nada de esto sucedió. Al poco tiempo de asumir el escaño, Téllez traicionó no sólo a Morena y Andrés Manuel, sino especialmente a la gente que le dio su voto. Ella llegó ahí no para ser una “crítica” de las políticas
del presidente, sino para apoyar una transformación que el pueblo decidió.
Así pues, Lilly Téllez no sólo es una traidora, sino que también se puede considerar una ladrona, ya que se robó un espacio en el Senado que fue conquistado para apoyar el proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador y no para construir una candidatura de extrema derecha, como lo ha intentado hacer Lilly Téllez. El miércoles Téllez acosó -en plena ceremonia de la entrega de la Medalla Belisario Domínguez a la escritora Elena Poniatowska- al vocero de la presidencia, Jesús Ramírez Cuevas. Y no sólo lo acosó, sino que violentamente lo insultó.
Esto fue, sin duda, una completa falta de respeto no sólo al vocero y a lo que representa, sino también al Senado, y a una ceremonia tan importante como fue la entrega de un reconocimiento a una escritora que tanto le ha dado a México.
Lilly Téllez representa lo peor de nuestra clase política. Actúa siempre con prepotencia. Difunde noticias falsas, agrede, insulta, y en aras de ser ella el centro de la noticia, revienta eventos como el del miércoles pasado. La cuestión es que, este show que montó, ella piensa que le dará simpatías entre el pueblo, pero la gente ya está muy informada y detesta a las personas acosadoras y prepotentes como ella. Lilly Téllez quiere ser candidata a la presidencia de México por la oposición, pero cada día esa posibilidad -si alguna vez fue viable- se aleja más y más y más. Con sus shows, más que construir una carrera política, se
construye como una bufona, y de las que no dan risa.
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