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Ana María Vázquez
Acaba la era de los virreyes, agoniza como el sistema que los creó y los mantuvo por décadas frente al poder que les permitió crear y destruir organizaciones, partidos y personas. El poder que el sistema propició que personas como Raúl Padilla y Lorenzo Córdova construyeran sus pequeños reinos en donde uno con actividades porriles y otro utilizando el poder del INE, silenciaban y destruían a todo aquel que pudiera
constituirse en un opositor o un crítico.
Ambos se convirtieron en caciques con el poder económico y social como para tener derecho de picaporte ante diversas presidencias y gobiernos estatales. El amparo presidencial en turno les otorgaba cada vez más poder, cada vez más riqueza. Padilla, creó negocios que nunca beneficiaron a la universidad, pero sí a un pequeño grupo de incondicionales; Córdova a su nivel hizo lo mismo, reuniéndose en secreto con grupos de oposición y celebrando acuerdos que solo lo beneficiaban a él y sus cercanos, pero jamás al país. El poder discrecional de ambos es un reflejo de lo que ya no se debe permitir, no obstante los avances culturales que
propició Padilla son muy importantes para el país (aunque la FIL fuera siempre elitista, cosa que siempre se le criticó), y en Córdova, son nulos los logros conocidos que propiciara en la institución que dirigía; los organismos que formaron, apoyaron y protegieron hasta hacerlos sentirse semidioses fue la misma que creó, por ejemplo a García Luna y antes a Durazo.
Las estructuras creadas por Padilla tendrán necesariamente que modificarse y comenzar a actuar en bien de la Universidad y no sirviéndose de ella, así como el INE, bajo otro mando deberá romper los contubernios y asociaciones que impedían actuar a la institución con el ideal para el que fueron creadas: el bien del pueblo.
Faltan muchas estructuras por modificarse, sobre todo universitarias, sin embargo, será el ocaso del sistema que las creó, el mismo que perecerá con ellas. Al diablo con ESAS instituciones.
