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Antonio Attolini Murra
Tienen derecho a asumir, no solo en el silencio de sus reflexiones, sino de manera pública en tantas columnas, espacios de opinión y medios que los retomen, que a la marcha del 27 de noviembre es para acarreados, fanáticos y paleros. Claro que lo han escuchado o leído, ¿no? Tienen derecho, pero no razón.
Tienen derecho a pensar y de defender sin miedo a la persecución o a la represión del Estado, que las becas universales que se ofrecen a estudiantes de primaria y secundaria es “repartir dinero a lo pendejo”. Así, con esas palabras, lo publicó en su cuenta de Twitter una diputada del PAN. Tienen derecho, pero no razón.
Tienen derecho a imaginar y ahogarse en su propio delirio neurótico de cuantos escenarios catastróficos y apocalípticos como su capacidad de elucubración les permita. Si con cada propuesta de reforma a las instituciones propuestas por el presidente López Obrador sienten que se avanza en instalar una dictadura, que se destruyen las libertades y que se anula la diferencia y se les persigue por ser opositores, adelante.
Tienen derecho, pero no razón.
No tienen razón porque no solo no ha sucedido, sino que no va a suceder. La razón en democracia se construye con política y encuentro. Nunca ha sido
el propósito de nuestro movimiento separar a la gente, sino que volvamos a pensar en un proyecto en conjunto llamado nación.
Por el bien de todos y de todas, primero están los pobres. Lo repetiremos y repetiremos hasta que todos y todas puedan vivir un proyecto de vida en libertad. A marchar el 27, que sobran las razones.