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Por Mouris Salloum George
@vocesperiodista
El mandatario mexicano Andrés Manuel
López Obrador cuestionó ante la determinación estadounidense de no invitar a varios países de la región.
‘’Vamos a esperar que formalmente nos respondan y a partir de ahí vamos a tomar una decisión. No se trata de
confrontarnos”, esto ante la negativa de
EE.UU. de extender una invitación a los
presidentes de Venezuela, Nicaragua y
Cuba. “Si no se invita a todos los países del
continente, yo no voy a asistir porque no
se podría hablar de una auténtica cumbre
de las Américas”.
Durante la centuria pasada, EE.UU.
consideró a Latinoamérica —especialmente a México– como su patio trasero,
del cual podía disponer cuando quisiera;
inclusive en mapas de seguridad se consideraba que la línea de control para Washington llegaba hasta el canal de Panamá,
pero ese mundo unipolar se acabó hace
algunos años.
China se ha potenciado económica y
militarmente. Esto aunado a que Rusia ha
hecho perder su papel de jugador solitario
en un mundo multipolar, ha provocado
un declive de hegemonía estadounidense en el continente americano, pero si
bien es cierto que su influencia va a la baja
tanto en la geopolítica mundial como en
el continente americano, todavía es relevante, y como ya no es un actor único no
puede avasallar e imponer a placer.
Sin embargo, López Obrador se salió
del guion establecido y de la posición de
sumisión completa que durante el neoliberalismo tuvo México en relación a
EE.UU. ya no más “el comes y te vas” de
Fox al comandante Castro de Cuba.
Esto pesa más porque la postura de
México fue secundada por Bolivia, Guatemala, Argentina, Chile, Honduras y algunos países del caribe que están metiendo
presión para que todos los países de Latinoamérica asistan.
Además, Brasil ha puesto en duda su
asistencia. El sonriente de la casa blanca,
Joe Biden, anunció que levantaba varias
sanciones a Cuba y suavizó su política hacia la isla caribeña e hizo algo similar con
Venezuela, porque la Casa Blanca todavía
goza de mucho poder.