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Combates se intensifican en Kiev, donde los ucranianos ejercen una gran resistencia.
Redacción
UCRANIA. – En medio de las acusaciones mutuas entre Kiev y Moscú por haberse frustrado el inicio de conversaciones para detener el conflicto, el Ministerio de Defensa ruso avivó ayer la tensión. Anunció que “todas las unidades han recibido la orden de ampliar la ofensiva en todas las direcciones, de acuerdo con el plan de ataque”.
En otras palabras, una intervención militar total sobre Ucrania, cuya respuesta no tardó en llegar desde este país, cuyas autoridades animaron a la población a “ofrecer resistencia a las tropas invasoras por todos los medios posibles”.
El Ejército y las milicias de Kiev están presentando una oposición mayor de lo esperada en el campo de batalla. Al menos así quedó patente ayer. El avance ruso resultó menos aplastante de lo que se auguraba el viernes.
El propio Gobierno de Zelenski admitía entonces la posibilidad de una ocupación durante la madrugada. No fue así. La capital amaneció ayer en medio de un acoso sumamente áspero, violento, nutrido de fuego, combates casi cuerpo con cuerpo y ruido
“Nuestra espléndida y apacible ciudad sobrevivió a una nueva noche”, comunicó con cierto alivio el ministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Dmytro Kulebam.
La capital europea que era Kiev hasta hace una semana ha quedado sepultada bajo los escombros y la chatarra de blindados reventados y carcasas de obús.
Hace diez días se podía salir a los supermercados. Hoy cualquiera puede recibir una bala en la calle.
Al anochecer solo se ve a numerosos soldados y civiles alistados como voluntarios. El alcalde endureció ayer el toque de queda y a partir de las cinco de la tarde cualquier persona sorprendida fuera de su casa será tratada como un “enemigo”.