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Alejandro Armenta Mier
La pandemia por el Covid-19 trajo consigo una nueva realidad. La tecnología nos permitió continuar unidos, a pesar de la distancia; y permitió que muchos pudieran adaptar su trabajo al teletrabajo o home office, convirtiendo su casa en su espacio de trabajo.
Pero la pandemia también trajo consigo una nueva oportunidad, de compartir con los nuestros, en nuestro hogar. Más tiempo para convivir con nuestros hijos, y crear recuerdos y momentos únicos que antes de la emergencia sanitaria creíamos imposibles. Hoy, con miras al 2022, el panorama
es distinto; vemos al teletrabajo no solo como una solución precipitada a la que tenemos que atenernos para salvaguardar la salud de todos; sino como una alternativa para fortalecer los lazos familiares, y de la cual ya hemos podido estudiar su efectividad. De acuerdo con datos de Zenyazen Flores (2017) para
el Financiero: Al menos 69% de los mexicanos podría optar por un sistema híbrido entre la presencialidad y el teletrabajo en el futuro.
La iniciativa que ya he presentado por la cual se propone la modificación a los Artículos 153 A y 330 A de la Ley Federal del Trabajo, permitirá, independientemente de la situación sanitaria, que los trabajadores puedan solicitar a sus patrones trabajar desde casa, si las condiciones de su trabajo se los permiten; sin que esto represente un menoscabo a sus condiciones o beneficios laborales.
Hemos evolucionado, y hoy podemos ver todas las ventajas que nos trae; mayor autonomía, ahorro de los tiempos de traslado, tráfico; y todas las consecuencias que esto tiene no solo a nuestra economía, sino a nuestra salud mental. Por ende, la realidad legislativa debe contemplarlo como un escenario totalmente factible.
