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Diego Elías Cedillo
Para los amantes del cine y de las novelas de J.K. Rowling, seguro recordarán que una noche como está pero de 2001, en Londres, se estrenaba por primera vez
una película de Harry Potter.
Sin embargo, ni en sus sueños más guajiros la escritora británica, hubiese imaginado al ex-director de PEMEX, Emilio Lozoya, quien días antes paseaba en los mejores restaurantes de la CDMX, hoy estuviera detenido en el reclusorio norte.
Ante tal ejemplo del combate a la corrupción, más de algún priista estará imaginando si serán los siguientes, qué pasará por la cabeza del ex-canciller Luis Videgaray, o incluso del hoy senador Miguel Ángel Osorio Chong, quienes seguramente tendrán en su subconsciente un cargo de conciencia pendiente por ahí.
Por lo menos ante los hechos ocurridos anteriormente, es muy seguro que la actividad de cierto personaje en la capital de España, Madrid, se vea reducida en demasía. Pues para las y los lectores, que desconozcan el dato, así como Lozoya Austin sostuvo su última cena con Eduardo Molina Dubost y con Lorenza Guerra Autrey; el expresidente Enrique Peña Nieto concluyó su administración degustando una merienda en Los Pinos, con el Rey de España, Felipe VI.
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¿Antes de salir volando en helicóptero a horas de terminar su mandato, habrá pactado su exilio en el país de la Unión Europea?
Quizás si Doña Rosario Robles hubiese sido más sagaz, habría pensado en alguna estrategia semejante, por lo menos algo está claro, y es que la 4T no permitirá más impunidad, ni delitos de cuello blanco, ahí le hablan estimado Senador Miguel Ángel Mancera.
POST-IT
Aseguran los confidentes de este tundemáquinas que un frente de batalla de alto riesgo que tiene el rector de la UNAM, Enrique Graue, se encuentra en la Dirección General de Orientación y Atención Educativa, pues ante el nepotismo y la pedantería que practica su titular, la psicóloga Thelma Ríos Condado, no sería mala idea tomar medidas.
Será que su jefe directo el Dr. Germán Álvarez Díaz de León, atenderá las quejas en contra de su colaboradora, o le hará como decía Salinas de Gortari, “ni los veo, ni los oigo”