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Todos, sin importar si recorren la Ciudad en automóvil particular, transporte público, en bici, a pie o hasta en compañía de escoltas, han llegado a la misma conclusión:
La política más importante para los capitalinos es la de la seguridad. Ya no hay colonias, calles o alcaldías seguras. Lo único que cambia es el delito que se comete en una zona o en otra.
Diversos comités ciudadanos han confirmado a este espacio la percepción de que los crímenes se han agravado todo este año. El talón de Aquiles de la CDMX está partido en tres: (y coincide también con cifras de ONG como Semáforo Delictivo): extorsión, narcomenudeo y secuestro.
En este violento contexto, el Congreso aprobó esta semana modificaciones al Código Penal, con el fin de endurecer delitos que ni siquiera estaban considerados como tales: para feminicidio, de 35 a 70 años de cárcel; para extorsión, hasta más de 20 años de condena; para robo de celulares, asaltantes en moto y a cuentahabientes, de 2 a 6 años de prisión…
También aprobó la Ley del Sistema de Seguridad Ciudadana, con la que se crea la Universidad de la Policía, un Consejo de Seguridad y se legaliza la coordinación con la Guardia Nacional.
La Estrategia de Seguridad ya arrancó en la Ciudad pero los resultados serán paulatinos.
