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El mensaje de desmaquillaje de cifras delincuenciales que está emitiendo la Jefatura de Gobierno sobre el desastre y saqueo de la administración pasada a los ciudadanos, es al mismo tiempo un compromiso, más que con la transparencia, con la definición de una ruta de cambio.
Ya no es promesa de campaña ni discurso, pues las mediciones que hace la propia sociedad al gobierno aún ubican a la capital como un punto rojo en varios delitos.
Mientras la Estrategia de Seguridad del gobierno morenista de Claudia Sheinbaum comienza a despegar, el proyecto ciudadano Semáforo Delictivo en su reporte semestral 2019 arrojó una radiografía que ya se ha escrito en este medio gracias a las denuncias vecinales: alza en los delitos de alto impacto, que son secuestro (lugar 14), extorsión (lugar 8) y narcomenudeo (lugar 12).
Según la asociación que se financia de manera independiente a los partidos políticos, en estos tres males, la CDMX está por arriba de la tasa nacional. En la misma medida estamos en el robo a vehículos y a casa. En robo a negocio, nos ubicamos al doble o más de la media nacional.
Pero como dijo la jefa de Gobierno en su informe de 200 días, el “trabajo arduo” es el que va a marcar un cambio.
