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La caldera del diablo

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Está abierta la caldera del diablo y este mes sabremos si el presidente de la República será capaz, de verdad, de llenarla con el carbón de los ex presidentes y otros personajes de semejante ralea que han traicionado al país en la cúspide de un poder perverso en donde los valores se niegan o modifican de acuerdo a los criterios de quienes conforman la cúpula del mando, siempre reñidos con el concepto de democracia, removidos cada seis años.

Es buena oportunidad, además, para refrendar nuestra confianza en el principio de “no reelección” cuando, de manera por demás perturbadora y mañanera, comienza a hablarse de la permanencia del actual presidente, más allá del término de su mandato constitucional. A tales debe responderse que a la Revolución costó mucha sangre y grandes dosis de dolor profundo acabar con los caudillajes que se estimaban eternos –como sucede con los líderes sindicales de petroleros, ferrocarrileros, electricistas, mineros, telefonistas–, y ahora resultan inconcebibles aun considerando la carga inmoral de los dirigentes señalados, entre otros más.

La reacción de los ex mandatarios ante los serios señalamientos de quien ejerce hoy la titularidad del Ejecutivo federal ha sido, francamente, grotesca: rasgarse las vestiduras ante lo que ya se les había anunciado suficientemente, cacareando cuanto quieren para tener argumentos superficiales para decirse perseguidos y ampararse en algunos organismos internacionales que se atrevan a abogar por ellos en plena caída libre.

A más quejas deplorables, mayores pruebas contundentes como corroborar los más de dos mil millones de pesos que se agregan al monto exorbitante de la estafa maestra con el modelo Rosario Robles, contra quien ya debía haberse iniciado el debido proceso, o sumar las 21 mil millones de hectáreas entregadas por calderón a las empresas mineras, sobre todo canadienses, a través de los hombres con mayores fortunas en México: Slim, Larrea Mota-Velasco y Baillères. Todo un monumento a la corrupción entre cómplices de sendos sectores, público y privado.

Quien más grita es fox cuya actuación se paralizó, bajo las “muchas faldas” de su señora Marta, porque no fue capaz de contrarrestar al Congreso ni imponerse a los criterios de la terrible consorte quien fue la primera esposa de un mandatario en buscar la candidatura presidencial del PAN desde luego; la otra, Margarita Zavala, con la sangre de 49 bebés de Sonora en las manos, dividió al PAN y está por fundar otro partido por los artilugios del INE y en las narices de López Obrador.

Las calderas hierven pero son insaciables; y será, al final del camino –sin reelección posible– cuando podamos resolver el enigma de una cuarta transformación con o sin justicia.

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