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El municipio presume una cobertura superior al 92%, pero la realidad es un racionamiento permanente, reciclaje de agua sucia y vecinos abandonados
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
El acceso al agua potable se ha vuelto un reto diario para cientos de familias en el municipio de Cuautitlán Izcalli, donde el desabasto dejó de ser un episodio temporal para convertirse en un problema estructural.
En colonias como San José Buena Vista, la población vive desde hace más de dos años entre cubetas, almacenamiento improvisado y pipas que apenas alcanzan para cubrir las necesidades básicas.
La promesa de una red formal parecía cercana cuando 31 familias reunieron 190 mil pesos para financiar la instalación del sistema hidráulico. El dinero fue entregado al Ayuntamiento así lo expone en denuncias ante redes sociales, pero la obra se detuvo sin explicaciones y el suministro nunca llegó.

Las calles permanecen secas y los habitantes dependen de pipas que solo aparecen, con suerte, cada quince días.
“Todo lo juntamos con sacrificios. Creímos que por fin tendríamos agua diaria y nos dejaron peor”, lamenta Rosa Chávez, vecina de la zona. “Las pipas ni siquiera suben a las calles empinadas; somos nosotros los que cargamos el agua, a pleno sol”.
La precariedad obliga a reutilizar agua sucia para tareas domésticas. “Con lo que lavé la ropa, limpio el patio y después lo echo al baño. No queda de otra”, señala otra vecina, mostrando el método improvisado con el que sobrevive su familia.
Aunque el municipio presume una cobertura de agua cercana al 93%, los testimonios contradicen las estadísticas. Habitantes de al menos 45 colonias reportan cortes constantes, baja presión o ausencia total del servicio, mientras el Organismo de Agua municipal guarda silencio frente a las quejas y solicitudes formales.
La administración de Daniel Serrano Palacios tampoco ha aclarado el destino del dinero entregado por los vecinos para la red hidráulica, ni ha presentado un calendario de obras o un plan integral de abasto. Para quienes cargan cada día con cubetas y tinacos vacíos, el mensaje del gobierno es evidente: están solos ante una crisis que crece y una autoridad que no ofrece respuestas ni soluciones.
