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En México, ser abogado penalista en muchos casos no implica defender la justicia, sino negociar con estructuras criminales que dictan sentencias millonarias
Juan R. Hernández
Ciudad de México.- El asesinato del abogado David Cohen Sacal, ocurrido frente a la Ciudad Judicial de la capital, reavivó un debate que la abogada penalista y defensora de derechos humanos Mina Moreno considera urgente: ¿deben contar con protección los abogados?
En entrevista con Diario BASTA!, la litigante advierte que el incremento de homicidios contra juristas —168 en los últimos cinco años, según la Asociación Nacional de Abogados de Empresa (ANADE)— tiene un trasfondo más complejo de lo que parece.
“Desde hace años se vienen asesinando abogados que llevan casos vinculados al crimen organizado”, explica Moreno. “Muchos despachos son reclutados o presionados para asesorar en asuntos que mueven millones de dólares. Algunos aceptan por ambición, otros por miedo. Pero esa cercanía con estructuras criminales los coloca en riesgo constante”.
Para la penalista, no todos los abogados pueden equipararse a periodistas o defensores de derechos humanos, quienes requieren protección por su labor social. “El abogado elige a quién asesorar. Si decide representar a un cártel o a empresarios ligados al lavado de dinero, asume un riesgo que no puede compararse con el de quien defiende causas justas”, afirma.
Moreno detalla que existen despachos “de élite” que operan en la frontera entre la legalidad y la corrupción. “Algunos son cazadores de talento jurídico, reclutan jóvenes brillantes y los ponen a redactar sentencias o dictámenes para casos federales. Los que se niegan, los que no cumplen, los matan; y los que fallan en una negociación, también”.

Sobre el reciente asesinato de Cohen Sacal, sostiene que fue “una ejecución del crimen organizado”. “Ya lo tenían vigilado, sabían sus rutas y sus movimientos. No fue un ataque al azar”, asegura.
La abogada propone que las barras y colegios de abogados creen protocolos internos de prevención y conciencia sobre los riesgos del ejercicio penal. “Más que pedir escoltas, hay que asumir con ética qué tipo de causas tomamos y qué intereses defendemos. En México, ser abogado se ha vuelto un oficio de alto riesgo, no por justicia… sino por dinero.”