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La Corte del pueblo

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Por Ricardo Sevilla

Ayer, en un evento histórico sin precedentes, los nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) recibieron el bastón de mando, un símbolo ancestral de autoridad indígena.

En la izquierda vieron esta ceremonia como un acto de justicia incluyente y como un compromiso con los pueblos originarios.

En la derecha, por el contrario, lo tacharon de ser un espectáculo vacío y una falta de respeto a la investidura del poder judicial.

Pero se equivocan.

Me gustó la explicación del ministro presidente, Hugo Aguilar Ortiz, quien afirmó que el bastón “te impone la obligación de defender a los que no se pueden defender”.

La ministra Yasmín Esquivel, por su parte, agregó que este acto recuerda que la justicia debe ejercerse con “sabiduría, honestidad y cercanía al pueblo”.

Ambos tienen razón. Y ése es el meollo del asunto: defender a quienes históricamente han sido marginados.

Y esta nueva SCJN, al ser electa democráticamente, se ha propuesto buscar un acercamiento con el pueblo, con los grupos vulnerables, alejándose del viejo y arcaico hermetismo de la SCJN.

Ahora bien, este evento, de ninguna manera, puede ser analizado de forma superficial.

Hay que ir a fondo en la argumentación.

Sociológicamente, lo que ayer sucedió representa un choque de paradigmas: la justicia occidental vs. la cosmovisión indígena.

¿A qué me refiero? A que la SCJN, una institución fundada en el derecho romano-canónico y los principios de la Ilustración, se ha dado la mano con la simbología de una cultura ancestral que opera bajo lógicas comunitarias y se conduce mediante un sentido de la justicia más ligado a la sabiduría colectiva.

Y eso es importantísimo desde cualquier ángulo que se vea.

En México, hay 25.7 millones de personas que se autoidentifican como indígenas, lo que representa el 21.5% de la población total.

Pero los reduccionistas no entienden que una justicia que no comprende sus orígenes, no puede sanar sus heridas.

Lo que vimos ayer no fue un show, sino la expresión de un compromiso profundo con los pueblos originarios.

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