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Más de 200 operadores paralizaron todos los accesos al municipio para exigir seguridad, respeto a sus concesiones y frenar el ingreso de nuevos grupos
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
El municipio de Villa del Carbón amaneció el viernes sumido en un inusual silencio. Un centenar de unidades de transporte público cerraron el paso a la cabecera municipal, y lo que, en otro momento, sería un día más de rutina, se convirtió en una jornada de parálisis total.
Desde temprano, más de 200 taxistas agrupados en catorce organizaciones detuvieron su actividad y, en cambio, levantaron barricadas humanas y vehiculares en todos los accesos al pueblo. Exigen garantías de seguridad, mejoras viales y, sobre todo, respeto a sus derechos como concesionarios legalmente establecidos.
Los conductores, muchos de ellos provenientes de municipios como Nicolás Romero, Atlacomulco, Jilotepec y San Luis Anáhuac, denuncian que el gobierno local, encabezado por la presidenta Ofelia Sandoval, ha permitido el ingreso de nuevas agrupaciones de taxis sin seguir los procedimientos legales correspondientes.
Esto, dicen, ha derivado en enfrentamientos y un clima de tensión que amenaza con escalar.
“Esto no es nuevo, llevamos semanas pidiendo diálogo y no nos han hecho caso. Hoy cerramos los caminos porque ya no tenemos otra forma de ser escuchados”, afirmó uno de los líderes del movimiento, quien aseguró que mantendrán la protesta hasta obtener una audiencia directa con la alcaldesa.
La protesta, que comenzó con movilizaciones simbólicas y protestas pacíficas, se transformó en una medida radical ante lo que califican como “indiferencia oficial”. A pesar del impacto que esto representa para la población, los taxistas insisten en que no buscan confrontar a la ciudadanía, sino evidenciar el abandono institucional que sufren.
Sin embargo, del otro lado de la protesta, la comunidad empieza a sentir el peso del conflicto. Familias enteras se han visto afectadas en sus actividades cotidianas. “Mi hija tenía consulta médica y no pudimos salir. No hay transporte, las tiendas se están quedando sin productos, y esto apenas comienza”, lamentó María González, madre de familia que vive en la zona centro del municipio.
El silencio del gobierno municipal ha encendido aún más los ánimos. Ninguna autoridad ha ofrecido diálogo o solución hasta el momento, lo que mantiene la tensión al límite.
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