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REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
El Museo de Sitio Comunitario de Tlapacoya, un proyecto cultural nacido del esfuerzo colectivo de vecinos de Ixtapaluca hace casi tres décadas, enfrenta hoy una profunda crisis: saqueos, abandono institucional y el uso inadecuado de sus instalaciones, amenazan con desaparecer uno de los espacios más importantes para la preservación de la memoria arqueológica del oriente mexiquense.
El museo llegó a albergar unas 200 piezas representativas de la cultura Olmeca y otras civilizaciones mesoamericanas. La colección se exhibía en 10 vitrinas distribuidas en un inmueble de 400 metros cuadrados, donde también se conservaban osamentas humanas de épocas precolombinas. Hoy, solo sobreviven dos vitrinas vacías.
“El museo ya no es museo. Ahora lo usan para fiestas, talleres de manualidades y hasta para reuniones de Alcohólicos Anónimos. Lo último que supimos fue que en 2023 las piezas que quedaban las guardaron en cajas y nadie sabe dónde están”, lamentó el encargado del recinto, quien pidió omitir su nombre por temor a represalias.
La pérdida del acervo, según testimonios de vecinos, ocurrió a la vista de todos, sin que ninguna autoridad interviniera. “Nos duele ver cómo lo que era un orgullo para nosotros ahora es un cascarón vacío. Ya nadie quiere donar piezas, porque todo se pierde. Es como si quisieran borrarlo todo”, expresó Rosa María Cortés, habitante de la zona y una de las personas que participó en la fundación del museo.
Ante este panorama, surgió la propuesta de reconvertir el inmueble en un Centro Cultural formal bajo la tutela del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). La iniciativa plantea recuperar la vocación original del espacio mediante exhibiciones permanentes, proyección de documentales, talleres educativos, foros culturales y una biblioteca comunitaria.
Sin embargo, el avance de esta propuesta ha sido lento y sin respaldo claro de las autoridades municipales o del propio INAH. “Ya ni siquiera tenemos con quién hablar. El museo está solo, y así es fácil que cualquiera entre y se lleve lo que quiera”, denunció Tomás Ortega, otro vecino preocupado por el destino del patrimonio local.
La comunidad exige que se atienda el abandono del lugar, se recuperen las piezas extraviadas y se garantice la protección del inmueble. De lo contrario, advierten, Tlapacoya perderá no solo su historia, sino también uno de los últimos espacios de cultura comunitaria que aún resisten en el municipio.
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