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Las primeras lluvias colapsaron estas dos demarcaciones mexiquenses, revelando falta de mantenimiento, obras inconclusas y riesgo sanitario por aguas negras.
REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
Las primeras lluvias intensas del año bastaron para colapsar buena parte de Chalco y Los Reyes La Paz, donde calles enteras quedaron sumergidas y decenas de hogares anegados en cuestión de horas.
Con apenas el inicio de la temporada de precipitaciones, los estragos ya son visibles: muebles flotando, vehículos varados y vecinos sacando el agua con cubetas en mano. Para muchos, la escena no es nueva, sino un reflejo repetido del abandono institucional que se vive año con año.
“Parecía un río. El agua nos llegó hasta las rodillas y eso que solo fue el primer aguacero fuerte. ¿Qué va a pasar en julio?”, se preguntó Juan Carlos Méndez, vecino de la colonia San Martín, mientras señalaba los restos de sus sillones mojados apilados en la banqueta.
En su calle, como en muchas otras de Chalco, la corriente arrastró basura y hasta pedazos de concreto, dejando a su paso un panorama desolador.
En Los Reyes, la situación fue similar. Las lluvias provocaron encharcamientos de hasta 80 centímetros en la carretera federal México-Texcoco, donde brigadas tuvieron que intervenir con maquinaria pesada para liberar las coladeras tapadas por toneladas de basura.
“Esto es resultado de años de negligencia. No hay campañas de limpieza, la gente tira lo que quiere y el gobierno no mueve un dedo hasta que estamos nadando en lodo”, denunció Laura Gómez, maestra de secundaria.
La alcaldesa de Chalco, Abigail Sánchez, aseguró que el colector pluvial entrará en funcionamiento la próxima semana, y que ya se han desplegado bombas de extracción de agua proporcionadas por la Conagua. Sin embargo, el anuncio ha sido recibido con escepticismo.
“Nos prometen lo mismo cada año. Yo tengo 15 años vendiendo aquí y he perdido mercancía al menos siete veces por las lluvias”, se quejó el señor Raúl, dueño de una papelería cercana al centro.
Para los habitantes, el problema va más allá de una tormenta puntual. La constante falta de mantenimiento, el abandono de obras hidráulicas y la nula planificación urbana han hecho que cada temporal represente una nueva catástrofe.
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