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Por Ricardo Sevilla
Nos encontramos ya en la recta final de una ruta electoral histórica y atípica, una campaña que ha desatado una verdadera guerra de narrativas: la renovación del Poder Judicial.
Y es que este camino hacia la renovación del PJ, lamentablemente, ha sido el escenario de un combate sin precedentes.
Como en otras campañas políticas aquí también han aparecido ataques, traiciones y puñaladas traperas.
Y aquí no se trata ya de rumores o especulaciones; hemos sido testigos de una verdadera ofensiva mediática y digital.
La derecha y la izquierda boutique –quién lo hubiera dicho– han unido sus esfuerzos para lanzar una campaña de desprestigio sistemática en contra de aquellos perfiles que no les gustan o que, simplemente, van contra sus intereses.
Y si la pregunta es: ¿Por qué esta ferocidad? Entonces la respuesta tiene que ser igual de categórica: porque el Poder Judicial, en su configuración actual, es el último bastión del neoliberalismo.
Y, justo por eso, la búsqueda de su renovación es una amenaza directa a intereses arraigados.
Un estudio reciente de la UNAM sobre el monitoreo de medios durante los últimos seis meses revela que el 78% de las noticias relacionadas con la propuesta de reforma al Poder Judicial provenientes de los grandes conglomerados mediáticos presentaban un sesgo negativo, enfatizando riesgos y descalificando, sin un análisis equilibrado, sus posibles beneficios o afectaciones.
Lo que hacen personajes como Temóris Grecko, Ernesto Ledesma, y otros pendencieros disfrazados de periodistas, no es investigar ni analizar la información, sino tergiversarla. Su fin es descarrilar, a toda costa, a personajes que no son afines con la agenda de sus patrones.
Y es que esto no es periodismo; es una guerra mediática.
No perdamos de vista que el Poder Judicial es mucho más que un conjunto de leyes y tribunales. En los últimos sexenios, infelizmente, ha sido utilizado como el último reducto del conservadurismo. ¡Y eso debe terminar!
