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Por Verenice Téllez
A tan solo unos días de que concluya el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, considerado por millones de mexicanos como el mejor presidente de la historia moderna del país. No se puede pasar de largo sin admitir con profunda admiración el amor con el que este gobierno ha procurado el desarrollo y el bienestar de los mexicanos.
Hay un ingrediente fundamental que ha acompañado al López Obrador a lo largo de su trayectoria política, dicho ingrediente se llama “Mística” y que su significado deriva en misterio o razón oculta, desde lo esencial o lo espiritual. Es decir, aplicar la “Mística” al servicio público comprende no solo observar lo que para los ojos es algo concreto, es sumergirse en las entrañas de lo que pocos pueden ver o sentir.
Se trata de la generosidad, es aplicar el término de místico para comprender lo que es inherente al ser humano y que no se ve, pero nutre a una sociedad.
Es comprender que el bien común es factor fundamental para alcanzar objetivos de un bienestar individual, es integrar las partes de una totalidad y sumar a efecto de dejar en el camino la persecución de beneficios unipersonales y alcanzar objetivos más amplios en colectivo.
Este sentido de la unidad, lo comprendió AMLO desde los inicios de su liderazgo. Durante décadas ha dado dirección a la “Mística” , la ha aplicado de forma disciplinada en su vida cotidiana, su compromiso con la fraternidad humana lo llevó a resistir sin número burlas, acoso, calumnias y con toda claridad se mantuvo firme en sus convicciones.
El triunfo de su movimiento radica en el ejercicio constante de la “Mística”. Por lo que, de no razonar este término, resulta incomprensible la fortaleza de sus decisiones y acciones. Un hombre que trabajó sin descanso durante décadas para consolidar un proyecto de nación que sin duda dejará un gran precedente para la historia de México.