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Por Ana E. Rosete
En el Congreso de la Ciudad de México nuestros queridos diputados acordaron otorgarse un bono económico por el fin de la legislatura de nada más y nada menos que 2 millones 500 mil pesos, pues porque se lo merecen ya que pues trabajaron mucho por los capitalinos.
Esto quiere decir que se etiquetó un presupuesto de 165 millones de pesos para que los legislado-res de todos los grupos parlamentarios recibieran un adiós económico y un agradecimiento por sus días trabajados en favor de quienes vivimos en la Ciudad de México, que si bien tuvo una bue-na administración con Claudia Sheinbaum y la subsecuencia con Martí Batres, pues hubo muchos diputados que dejaron mucho de qué hablar con su nula labor como el caso de Lourdes Paz, Circe Camacho, Luisa Gutiérrez Ureña, Federico Chávez Semerena, Silvia Sánchez Barrios o Jhonatan Colmenares.
Y ni qué hablar de que hubo casos extraordinarios como la detención del coordinador de la bancada del PAN, Christian Von Roehrich, tras comprobarse su relación con el Cártel Inmobiliario que opera en la Benito Juárez.
Pero bueno, nuestros diputados decidieron que merecían irse con los bolsillos llenos, sobre todo si contamos que muchos no repetirán como Polimnia Romana o Gabriela Quiroga pues del PRD solo entró la todavía dirigente del instituto político en la CDMX, Nora Arias.
Lo que importa acá es que alguien sensato de Morena consideró que era un abuso legislativo por lo que presentó una demanda de amparo para que los 66 personajes que ocupan una curul en Donceles se vayan como llegaron, sin nada.
Y es que debemos entender que, aunque sean diputados son nuestros representantes porque nosotros decidimos que merecían estar ahí, no es un premio, es un privilegio, porque los ciudadanos confiamos en que harán las cosas bien, aunque claro está, muchos dejaron huecos y otros tantos mucho que desear.
