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Por Ana E. Rosete
Los dimes y diretes no han faltado durante toda la campaña electoral. Al final de cuentas, lo que los bandos quieren es dejar al enemigo mal parado frente a los votantes.
Hablemos de los chismes que han envuelto la relación de Clara Brugada y Claudia Sheinbaum. A mi parecer, se trata de un vínculo de dos compañeras de lucha que saben de qué va el movimiento en el que labraron, desde hace tiempo, camino.
Y vamos, más allá del movimiento, podemos entablar una larga conversación acerca de la lealtad que le tienen al presidente Andrés Manuel López Obrador, ese al que muchos llaman Mesías, pero que para ellas es un líder a seguir.
Regresemos al tema. Mucho se ha querido desvirtuar la relación que hay entre ambas morenistas. Hay un intento desesperado de la oposición de ver una rivalidad en donde solo ellos quieren verla, ellos y nadie más.
El tercer debate a la Presidencia de la República se desarrolló de la forma habitual: las calles se llenaron de simpatizantes que, a su vez, pintaron de guinda las avenidas.
¿Y qué creen? Muchos de ellos, o más bien la mayoría, pertenecen a equipos políticos bien formados y estructurados que forman parte de la estructura de Clara Brugada.
Por ejemplo, el equipo de Nancy Núñez. Todos sabemos que es parte importante del equipo de Clara y la chintolola es la primera en acudir para apoyar, junto con su comunidad tepaneca, a Sheinbaum.
Todo termina siendo una cadenita, les guste o no. El apoyo se ve, está y se nota. Para muestra los mares de personas que apoyan a Morena y su coalición con el PT y el PVEM, mientas que los partidos de la alianza opositora no logran organizarse para llevar a los suyos.
¡Ese apoyo sí se ve, le pese a quien le pese!
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