294 lecturas
Por Ricardo Sevilla
Ramón Alberto Garza García tiene 68 años. Y lejos de su narcisismo y sus dotes histriónicos, pasa el tiempo contándole a los desprevenidos algunas de sus viejas (y escasas) glorias en el periodismo.
Fundador del Grupo Reforma, y uno de sus más altos directivos, Ramón Alberto llegó a ser un sujeto influyente: fue director editorial de El Universal y presidente de Editorial Televisa.
En su momento tuvo derecho de picaporte a la oficina de personajes como Juan Francisco Ealy Ortiz y Alfonso Romo.
Pero su ambición desbordada y su ardiente deseo de obtener riquezas, fama, poder y honores lo fue consumiendo.
A lo largo de su carrera, que comenzó hace ya más de cincuenta años, Ramón Alberto ha decepcionado a todos y cada uno de sus mentores, amigos y empleadores.
Epígono de Alejandro Junco de la Vega, Ramón Alberto no tardó en traicionar la confianza del presidente de Grupo Reforma.
Ramón Alberto, que aprendió que el “periodismo” podía ejercerse desde la calumnia y la vileza, quiso competir con los negocios informativos donde había trabajado.
Alguna vez convenció al empresario Alfonso Romo de embarcarse en la aventura de Reporte Índigo, pero, una vez más, su ambición desenfrenada y sin escrúpulos, decepcionaron a Romo, quien decidió abandonar aquella aventura.
Ambicioso, Garza García recurrió a su amigo Antonio Navalón, un empresario que encabezó el Grupo Prisa, dueño del periódico español El País.
Sin embargo, el negocio jamás logró despegar y los problemas económicos hicieron que Garza comenzara a ofrecer sociedades a diestra y siniestra, incluso al exgobernador priísta de Oaxaca José Murat.
Más tarde, Ramón Alberto, ya sin socios y con poco dinero para levantar su proyecto, se separó de Reporte Índigo. No así de Navalón, quien, de hecho, fue uno de los invitados de “lujo”, junto con Enrique Krauze, a la boda de su hija Marcela Garza Barba, en 2011.
Hoy, Ramón Alberto es un periodista venido a menos y se dedica, de tiempo completo, a denostar a los enemigos de sus clientes. Y lo hace desde un portal mediocre llamado Código Magenta, donde todos los días corrompe las reglas del periodismo. Y hoy es uno de los personajes que opera la guerra sucia vs. AMLO.