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JORGE GÓMEZ NAREDO
@jgnaredo
El pasado 5 de febrero el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció un paquete de 20 reformas constitucionales que pretende que sea discutido y aprobado en la Cámara de Diputados.
Los temas de las reformas son varios, y van desde garantizar un aumento anual mayor a la inflación en las pensiones a adultos mayores y personas con alguna discapacidad, hasta la eliminación de varios organismos autónomos.
Los partidos de oposición criticaron el paquete, pues afirmaron que es una estrategia electoral, y anunciaron su rechazo a varias reformas, señalando que van en contra de la democracia y son a favor del autoritarismo.
Todas las reformas son en beneficio de la gente: garantizar la vivienda a trabajadores, un salario digno, mejorar el sistema de salud, etcétera. Además, se plantea una reforma al Poder Judicial, donde se pretende que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sean elegidos por el voto popular. También se anunció una reforma electoral, donde se eliminarían las disputaciones plurinominales, 200 diputados y 64 senadores.
El paquete presentado por el presidente pone en serios aprietos al bloque opositor, pues si éste rechaza las reformas, se verá como un bloque que está en contra de la gente. Y si las admite, en realidad estarían apoyando el proyecto de nación del mandatario.
Además, las reformas le dan un rumbo programático a Morena. Ya se sabe por qué se lucha en el actual proceso electoral, y de una forma muy clara. Además, para que esas reformas se aprueben, Morena y sus aliados deberán ganar las elecciones de forma contundente (para lograr la mayoría calificada en el Poder Legislativo), y eso es en realidad imprimir ánimos en una elección que, al menos en la cuestión de la presidencia de la República, parece ya definida.
Así pues, López Obrador realizó una jugada maestra, y los de oposición no saben cómo salir del enredo en el que los metió. Se anticipa que pierdan, y de forma muy contundente.
