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abril 27, 2024

Voces

Arreando al elefante | Jorge Ramos, el bufón

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RICARDO SEVILLA

Desde el comienzo de su carrera, Jorge Ramos coqueteaba con la farándula. Más que el periodismo, lo tentaba el mundillo del espectáculo.

Y para llamar la atención de la audiencia, montó varios numeritos circenses. Se acostó sobre vidrios falsos y caminó sobre la cuerda floja de las mentiras.

Ramos, que nunca se propuso ser un (buen) periodista, podría haber sido un gran entrevistador, pero lo tentó la ambición y prefirió las mieles del chayote.

De ahí que este presentador de noticias, que radica en Miami, lleve décadas practicando las artes circenses del periodismo chayotero.

Ramos, como Krauze, Loret y Aguilar Camín, ve el periodismo como un negocio.

Y si uno de sus empleadores le pide que monte un numerito, Jorge se viste de acróbata (o de bufón) y corre a increpar a quien le ordenen.

Pero lo que Ramos quiere, lejos de dar la nota, es encender al público con sus acrobacias y sus payasadas.

Y es que a sujetos como Brozo, Chumel Torres o Jorge Ramos no les importa hacer un malabar o un número de contorsionismo con tal de propalar el mensaje de sus clientes. Porque estos personajes, en el fondo, no son más vulgares propagandistas que manipulan y tergiversan la información para influir o modificar la opinión o el comportamiento de las personas. De ahí que el “periodismo” que difunden sea, siempre, tendencioso.

Ramos, como muchos intelectuales y presentadores de noticias de la derecha, han estudiado métodos y técnicas de persuasión para inflamar los ánimos de la audiencia. Los tipos como Ramos saben perfectamente que, en el fondo, no son periodistas, sino propagandistas de un producto. Y se las han arreglado para vender mentiras para que sus clientes (políticos y empresarios) las usen a su antojo.

Y saben que no hay mejor manera de influir en el ánimo de la audiencia que presentar un espectáculo morboso. La masa ciega y amarillista quiere acróbatas, bufones, contorsionistas y equilibristas que entretenga su mediocridad.

Lamentablemente para estos payasos, el pueblo bien informado sabe que, detrás de la máscara de periodista de Jorge Ramos, se esconde una marioneta que se deja conducir por los grandes ventrílocuos del corporativismo nacional y extranjero.

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