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ABRAHAM MENDIETA
Terminan las precampañas a la Presidencia de la República, y para el frente opositor, todo salió de la peor manera posible.
El arrebato de honestidad encabezado por el dirigente panista Marko Cortes, desnudó ante todos los hogares del país a aquellos que decían defender la independencia del poder judicial, mientras acordaban repartírselo entre ellos.
Además, su torpe defensa de los hechos, afirmando que la negociación de los magistrados y las notarías era algo perfectamente común en la política, llevó a Xóchitl Gálvez a tener que desvincularse del documento en el que incluso se afirma que la candidatura a la presidencia, la impondrá el PAN.
Fuera máscaras, desde el principio se dijo: la interna opositora no era más que una pantomima, todo estaba repartido en acuerdos de las dirigencias partidistas, y Xóchitl Gálvez no solo estaba enterada, sino que era parte de estos repartos.
Tras la crisis y para evitar problemas mayores, la precandidata opositora, de lengua torpe, realizó su último evento rodeada de teleprompters, que para quién no los conozca, son pantallas gigantes en las que aparece el discurso escrito para que la candidata solo tenga que leerlo, sin margen para la improvisación.
Esa candidata arrojada y valiente que nos quisieron vender en la persona de Xochitl Gálvez, acabó siendo una gelatina de mosaico con lo peor de cada casa.
Mientras tanto, la precandidata de la Cuarta Transformación, la doctora Claudia Sheinbaum, encabeza con holgura todas las encuestas, y logró la precampaña que necesitaba: una con eventos masivos en territorio, y sin errores.
