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JORGE GÓMEZ NAREDO
@jgnaredo
El domingo pasado, en las inmediaciones del Monumento a la Revolución, Xóchitl Gálvez dio un informe de su gestión como senadora. Era, en realidad, un acto ya de campaña.
Al evento, al cual convocó el PRI, el PAN y el PRD, no asistió la gente que pensaban que asistiría, y decidieron no hacerlo en la plaza del Monumento a la Revolución, sino en la calle de República, que desemboca ahí. Si lo hubieran hecho donde en un principio lo tenían planeado, se hubiera visto la poca convocatoria, pero como lo hicieron en una calle estrecha, las imágenes disfrazaron un poco más el fracaso de la convocatoria.
Xóchitl Gálvez leyó su informe, y en un momento dado, el teleprompter de donde leía, se apagó. Esto provocó que la candidata no supiera qué decir. Y lo reconoció: “Ya se me fue el discurso”. En lugar de improvisar, se quedó callada.
Este hecho, que parece anecdótico, en realidad significa mucho. ¿Es de verdad posible que alguien que aspira a la presidencia de la República se paralice cuando no tiene una pantalla de donde pueda leer el discurso que seguramente alguien le redactó? ¿Es posible que una persona que no tiene la capacidad de hablar a la gente sin un discurso ya hecho pueda enfrentar los problemas que conlleva gobernar un país tan complejo y grande como lo es México?
Es de verdad impactante que Xóchitl Gálvez no pueda improvisar las acciones hizo como senadora de la República, que no pueda contar sin un discurso de por medio cuáles fueron sus logros, sus propuestas, etcétera.
No cabe duda, Xóchitl Gálvez no está capacitada para ser presidenta de México. Si se paraliza cuando se queda sin teleprompter, ¿qué sucederá cuando el país enfrente una contingencia?
Cada día queda más claro que quienes decidieron imponer a Xóchitl Gálvez como candidata del PRIAN, se equivocaron rotundamente. Pero allá ellos.
