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OMAR MONTALVO
Ciudad de México. – Lejanos son los años dorados de los teatros El Patio, Blanquita y los cines Ópera y Bucarelli, que ante la crisis migrante que han traído las caravanas de los últimos años, estos recintos se han convertido en albergues improvisados de personas sin hogar y cuando cae la noche, el abandono de estos lugares es aprovechado para el consumo de drogas.
Frente a la Secretaría de Gobierno federal (Segob), a cargo de Luisa María Alcalde, se encuentra el recinto nocturno El Patio, famoso entre otros acontecimientos de hacer famoso a José José. De 1938 a 1994 fue un lugar recurrente por artistas de gran trayectoria. Ahora, incluso con la presencia de militares que custodian la Segob, por la noche empiezan a llegar personas sin hogar a consumir estupefacientes.
Un escenario similar se encuentra a la vuelta de El Patio, pero con el Cinépolis Bucarelli cerrado y abandonado desde 2018. En sus puertas permanece una lona con mensajes de despedida de personas que disfrutaron este recinto de la colonia Juárez. Cuando oscurece y todos vuelven a sus casas, el personal de limpia de la ciudad barre la ciclovía y esquiva la mirada el escenario donde migrantes se acurrucan y hacen sus necesidades básicas, mientras conviven con otros desamparados. En sus escasas jardineras, quedan ropa sucia, algunas cobijas, envoltorios de droga y hasta jeringas.
El Teatro Blanquita, durante el día es utilizado como un patio de juegos por algunos infantes de la zona, quienes logran esquivar las rejas colocadas desde 2015 para evitar que personas en situación de calle lo usen de albergue improvisado. Pese a esto, entre el olor a mariguana y solventes, algunas personas sin hogar todavía toman las rejas como una puerta de bienvenida.
El Cine Ópera se impone en la colonia San Rafael, como un gran edificio con dos estatuas que recuerdan las gárgolas de las iglesias de Europa. Sin un duelo presente, fue cubierto por propaganda electoral, mientras que afuera, a lado de una columna permanece el asiento de una butaca utilizado cuando las personas sin hogar llegan de noche.
Desde 2011 el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) reclamó el recinto. Incluso permanece el adhesivo de la institución que planteó convertir el edificio abandonado en un centro cultural, pero de ello, ya pasaron 12 años.
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