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mayo 03, 2024

Voces

Arreando al elefante | Ya basta de chapulineo

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RICARDO SEVILLA

Más que una plaga de chinches, hay una plaga de políticos chapulines. Y estamos viendo que este brote proviene, esencialmente, del PRI, del PAN y de su partido rémora: el PRD.

Y no es que, de buenas a primeras, los políticos chapulines hayan visto los defectos, las incongruencias y los abusos de sus partidos políticos. Tampoco es que hayan reflexionado sobre las traiciones y falsedades que estaban solapando en el PRIANRD. Lamentablemente, lo único que están haciendo estos chapulines es observar que sus partidos políticos están naufragando y, por eso, están saltando, desesperados, hacia otros que les pueden asegurar su sobrevivencia.

Desgraciadamente, cada vez es muy frecuente ver que un panista conservador o un priísta virulento, de buenas a primeras, se diga arrepentido de su cruzada contra el pueblo y se vaya con sus maletas y sus frágiles convicciones a otro partido.

Pero la gente, que no está ciega, observa y dice: ¿Pero qué demonios está sucediendo? ¿Por qué en esos partidos los reciben sin mayores objeciones?

Sin embargo, nadie se toma la molestia de responder, ni los chapulines ni quienes les abrieron la puerta. Y eso ha engendrado desconfianza en las personas.

Y las preguntas surgen en cascada: ¿Cómo vamos a depositar nuestra confianza en un aspirante que, por ejemplo, ayer pidió que no pasara la Reforma eléctrica o que, de plano, exigió que no se repartieran los nuevos libros de texto en las escuelas?

Y tienen razón. ¿Cómo se puede creer en la sinceridad de personajes que la semana pasada se desgañitaban lanzando cruentas críticas al lopezobradorismo? Sinceramente, no hay manera de hacerlo.

Y de ahí el enorme desconcierto de la gente. Al pueblo no le gusta que lo subestiman ni que intenten verle la cara.

La gente, que está cada vez más politizada, quiere una auténtica transformación, un cambio de fondo. Nadie quiere a representantes políticos que se den baños de pueblos pero que, a la mera hora, resulten un burdos y descarados traidores. El pueblo ya está harto de la traición y del chapulineo. Y ese ha sido el gran error: abrir la puerta a personajes veleidosos que, el día de mañana, pueden dar una puñalada trapera a los intereses del pueblo de México.

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