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SAMUEL CANTÓN ZENTINA
Hasta ayer, Marcelo Ebrard pintaba para ser el perdedor más inocuo de las sucesiones presidenciales.
Sabemos cómo fue Andrés Manuel López Obrador ante el fraude de Felipe Calderón que en aquel momento le arrebató la presidencia, y luego -6 años más tarde- ante el triunfo de Peña Nieto.
Beligerante de principio a fin.
Y si recordamos a Manuel Camacho Solís, tutor político del excanciller, quien se convirtió desde el primer día en ¨la piedra en el zapato¨ del elegido (por Salinas) Luis Donaldo Colosio, razón por la que -a su asesinato- su viuda se negó a aceptarlo como suplente, tampoco es una senda que siga el pupilo.
Entonces… ¿de qué va?…
AMLO y Camacho Solís tienen en común, a diferencia de los grandes del priato que quedaban en el camino, agachaban la cabeza y seguían (Mario Moya Palencia), que actuaron ¨en caliente¨ de cara a resultados que rechazaron.
El ex carnal, sin embargo, ha optado por una vía de risa: recurrir a MORENA para que eche abajo su proceso y reponga las encuestas que dieron la victoria a Claudia Sheinbaum.
Algo que jamás sucederá.
Lo otro -único- que Marcelo puede hacer, si acaso cumple su promesa de aparecer en las boletas, es abanderar a Movimiento Ciudadano.
El problema es que arrancaría muy frío, tras meses de él mismo meterse inexplicablemente en la
congeladora, y con una considerable desventaja no solamente frente a las ¨corcholatas¨, sino de la desparpajada esperanza del PRIAN, Xóchitl Gálvez.
La soberbia pudo matar a Ebrard, al igual que a su mentor Camacho -se asumía muy superior a Colosio-, primero viendo desde las alturas imaginarias a las taparroscas guindas, y ahora contando con que, en su reaparición, conmocionará al país.
Y DE MAÑANA…
¡JODER!, BROTAN candidatos como mal monte, y aspiran sin pudor alguno a cargos altos. La ¨igualdad¨ de moda da como resultado que cualquiera -rata o ignorante- piense que puede gobernar y disponer de los bienes de millones. ¡Qué país!…
