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SALVADOR GUERRERO CHIPRÉS.
En la Ciudad de México no se decide solamente quién gobernará la capital nacional sino quiénes estarían desde 2024 posicionadas y posicionados hacia el 2030.
¿Puede el proceso de cambio de régimen iniciado por Andrés Manuel López Obrador tener las mismas garantías y certezas con perfiles internos y externos al movimiento?
La respuesta es negativa. Y en los oídos de Palacio Nacional y de todo Morena, aun con sus divergencias internas, abundan versiones.
En los últimos cuatro días, las señales son reveladoras de una inquietud, inconformidad y desasosiego cuyo crecimiento a toda la comunidad política debe
interesarle tanto aclarar como moderar.
Se sabe que proviene también de la oposición al gobierno, por lo cual deben separarse las motivaciones de unos y de los otros.
Es una buena noticia la agregación con el aval presidencial y de Claudia Sheinbaum Pardo de Hugo López-Gatell: indica variedad de alternativas para las dos posiciones que deben concederse a hombres. Interesante será la señal con el envío de la mujer optativa de la encuesta cuyas baterías y espejos aún se desconocen.
Ayer, el vocero de la precandidata presidencial de Morena, Gerardo Fernández Noroña aplaudió el empeño y compromiso de la “extraordinaria” exalcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada Molina, “cabronamente trabajadora” —quien se registra hoy— al tiempo de referir a Omar García Harfuch, excelente servidor público en mi opinión quien, dijo Noroña, “está generando mucha polémica, no es un hombre de izquierda, no es un hombre del movimiento”.
La aplicación de la política social de AMLO impulsada en la CDMX por Sheinbaum Pardo y continuada por Martí Batres, además, indica inconsistencia si reivindicamos “tiempo de mujeres” y se le ignora para uno de los perfiles más nacionalmente competitivos del movimiento a nivel nacional.
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