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mayo 02, 2024

México

Ahorcan al erario público juntas de la UNAM

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Al año, en promedio, se aniquilan hasta $23.4 millones del presupuesto para sus reuniones elitistas; es un lujo que no cualquier asalariado posee

SADIT GABRIEL
grupo cantón

CIUDAD DE MÉXICO.-En la Universidad Nacional Autónoma de México, existen todo tipo de inversiones, unas más extensas y costosas que otras. Por ejemplo, de 2015 a 2022, los burócratas de la UNAM pudieron tomar miles y millones del erario de los contribuyentes solo para ir a juntas, pagar sus servicios de comida exprés en cada reunión e inclusive, despacharse su gasolina: con José Narro Robles y Enrique Graue Wiechers como rectores, este tipo de gastos han implicado pérdidas al erario hasta por $187.3 millones (según datos de la máxima casa de estudios).

Tal información fue recuperada recientemente por Diario BASTA! gracias al acceso que se tuvo del folio 3300319230003365, el cual detalla cómo, en promedio, las juntas de los hombrecillos de pantalón largo en la UNAM representan gastos anuales promedio por $23 millones 413 mil 346, esto entre 2015 y 2022.

En total, estos personajes que administran la denominada universidad de la nación, han utilizado $187 millones 306 mil 768 para juntas en un total de ocho años. Los gastos, en su mayoría, se ocupan para cubrir comidas, antojos, botanas, hospedajes, gasolina, pasajes en cualquier ciudad y cualquier otro servicio requerido por los burócratas (de acuerdo a la partida presupuestal 216).

A continuación, se elaborarán los desgloses individuales de gastos que gente como José Narro Robles y Enrique Graue Wiechers han aprovechado bajo sus rectorías (inclusive en pandemia): $38 millones 919 mil 546 en 2015, $32 millones 583 mil 538 en 2016, $33 millones 707 mil 273 en 2017, $29 millones 892 mil 121 en 2018, $22 millones 542 mil 858 en 2019, $6 millones 298 mil 350 en 2020, $7 millones 103 mil 414 en 2021 y $16 millones 259 mil 668 para 2022.

Cabe señalar que para asistir a juntas o comprar sus alimentos, prácticamente cualquier persona común y corriente en el país debe pagar sus bocadillos, antojos, pasajes o gasolina con su propio salario; en el caso de la UNAM, unos cuantos tienen la capacidad de cargar semejantes erogaciones al erario del pueblo, aun en los años de la pandemia cuando las juntas eran remotas.

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