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Salvador Guerrero Chiprés
Andrés Manuel López Obrador ha consolidado un simultáneamente popular y poderoso proyecto político y social tan desafiante como inaceptable para sus opositores. Estos desautorizan su comunicación con el pueblo y tratan de diferenciarse invocando alguna noción salvadora de “sociedad civil”.
A partir de su “pacto con el pueblo”, parte de una narrativa exitosa y plataforma de un afecto no visto en sesenta años con ningún otro mandatario, AMLO ha desarrollado estrategias centradas en beneficios cotidianos y tangibles.
Y el pueblo le responde. Tiene una aprobación demoscópicamente superior al 60 por ciento. Asistentes, críticos y la prensa no pueden omitir su capacidad de convocatoria y aceptación. Llena zócalos como la oposición tiene precandidaturas.
¿Hay acaso un pacto o frente más amplio y valioso que pueda conformarse que el realizado con la sociedad civil? Y en última instancia, ¿no es la sociedad civil también, en su mayoría, parte de la misma identidad convocada por AMLO?
Sociedad civil o pueblo son nociones siempre a debate; describen participantes organizados en estructuras políticas o sociales, percibidas como colectivas o sujetos. Reconocer la trascendencia, el vínculo con el principal aliado histórico, por encima de las élites que se resisten al cambio de régimen, es un punto estratégico y de principio para el presidente. Y se lo reconocen.
Ciudadanas y ciudadanos de a pie llenan la plaza.
También abrazan y acompañan detrás de un local de mercado en Mérida, como La Meridiana Yucateca, visitada el domingo por Claudia Sheinbaum en su recorrido por esa entidad, un día después de que estuviera allá Xóchitl Gálvez.
AltavoDos visiones de sociedad civil, una que busca dar continuidad al pacto popular, y la otra que pretende romperlo con una bateadora emergente desde un frente opositor.
Sigue siendo tiempo de mujeres. Hasta para la oposición.
