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Ana María Vázquez
CIUDAD DE MÉXICO. – No reclame, no exija su derecho, no discuta, no se despeine, camine derechita y siéntese con las rodillas cerradas, no corra en la calle, menos cierre los puños o señale, tome en cuenta que es usted una “mujercita decente y seria” y no es bueno para su imagen dar ese tipo de señales que seguramente la pintarán como una dictadora.
Parece mentira lo que estoy leyendo en las redes, ¡la educación de hace 50 o 60 años no ha muerto!, ¿Y por qué no hemos de hablar, de exigir?, ¿por qué no señalar, sí, con el dedo, lo que consideremos una arbitrariedad? En el pasado debate por el Estado de México le reclamaron a la maestra Delfina que no tuviera el “carácter” suficiente para responder a los ataques, hubo gente que argumentó que así no podría gobernar ya que para hacerlo se necesitaba “carácter”; ahora leo hasta en columnas de periodistas respetados que fue un exceso el reclamo de la ex jefa de Gobierno y que con esos excesos, el país estaría en riesgo de una dictadura.
Los comentarios, casi todos, son masculinos, y recuerdan al reclamo que hace la poeta Alfonsina Storni: “Tú me quieres Alba, me quieres de espumas, me quieres de nácar. Que sea azucena, sobre todas, casta. De perfume tenue, corola cerrada” a este reclamo de la genial Storni, añadiría un fragmento, este ahora de otra grande, Rosario Castellanos “(…) No te acerques a mí, hombre que haces el mundo, déjame, no es preciso que me mates.
Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren de algo peor que vergüenza. Yo muero de mirarte y no entender” el poema se llama “Agonía fuera del muro” y es, a mi juicio, uno de los mejores de una mujer, escritora y diplomática mexicana. La escala moral que estoy viendo es que ¿por ser mujer no debo gritar, ni enojarme?, ¿regresamos a los años 40?
La explosión machista que se desató a raíz de un reclamo filtrado en un video es para ponerse a pensar en lo poco que hemos avanzado en igualdad, respeto, coherencia y en el gran machismo y misoginia envueltos en cada comentario, es preocupante y mucho, que más allá de los comentarios de la gente “de a pie”, sean de los intelectuales cuatroteistas desenmascarados por sí mismos. ¿De verdad no son iguales?
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